Sí, casi llegábamos. Casi llegábamos al final.
“Se nota,” le dije a mi hermana, “como funcionan las cosas simplemente con la hipótesis Windmühle (molino de viento).” “Sí,” dijo aquella, “precisamente.” “Pues bien. Imagínate a una madre que ha puesto muchos pinchos por todas partes. Muchísimos. Y las madres son muy listas cuando no se pasan de listas, claro. Ahora, tu llama a tu grupo de amigas chismosas e insoportables y high light y todo eso, ‘molino de viento’. Es metafórico. Y vas a tu molino cada x tiempo, y claro, controles, llamadas de teléfonos, guardias silenciosos sombreando la puerta. Una vez, dos veces, 15 veces. Y nada. Ni un muchacho que aparece por ahí. Alguna ligera borrachera de vez en cuando, un ligero titubear de la voz y alguien que se conoce casualmente en un círculo amistoso, sin más. Y precisamente aquel día el amigo que se ha vuelto un poco novio mientras tanto te invita a algún sitio. Un fin de semana. También ha sucedido con la otra Windmühle. Y dice aquella: busca un molino de viento. Y el otro, esforzado caballero, termina por encontrar alguno en el fondo de la Mancha. Ya. Le dice a su madre: mami, me voy a la Windmühle todo un fin de semana. Y se va. Y la otra, en babia.” “Y luego pasa lo que pasa, claro.” “O no. Díselo, vas a ver como lo hace por la broma.” De hecho, Cornelia von Berczely, estimando semejante posibilidad imposible, se apuntó la hipótesis en el trasfondo del inconsciente. Pasó un año y me dijo que había pasado un fin de semana en un molino. “Es un amigo, claro.” “Claro,” dije.
“La cuestión reside en detectar el punto flojo de un sistema, no tanto en atacarlo en bloque. No me dirás, que gotas del techo para arriba o para abajo, y dudosas amistades por el otro, pero quién se quejase, visto que tenemos todas las llamas del infierno en casa, no es simpática la señora. Sí? Sí … Tampoco la vamos a fusilar por extrapolar la noción de protección de las hijas.” “Es que es su héroe, te digo. Tiene a su hija para arriba y para abajo, que si va a salvar a Austria y ya ni le habla de puro embobamiento. Y la otra, claro, con cara de indiferencia, que si las madres exageran, que no se enteran de nada, etc. etc. Como tú más o menos. Pero qué absoluta indiferencia, tú también. Total, ha dicho que con todo y con ello, ya que se ha convertido en semejante héroe sin merecérselo, seguirá a pies juntillas su programa. Y aunque se muera. De aburrimiento, sobre todo, con tanto estirado suelto. Y lo del pincho en el alma?” “Pues mira, si te digo la verdad a esta le está pasando lo mismo que a muchas otras, que debe estar que asesina a los varones por haber dejado que invadan Austria, así, sin mover un dedo. Y está ahí echa peste y echa peste. Y claro, llega alguien que tan heroicamente estampa a un Kries contra el muro, y no se le queda un pincho, se le queda el zarzal entero. Y claro, aqui de eso no hay, y hm, y desprecio, y odio acumulado, y más pestes, es que da lo mismo ya que sea hombre o mujer, no, es que hay simplemente que saber poner a alguien en algún sitio que le rompa el diente a tu padre, si hace falta. Algo así supongo que gira alrededor de su atolondrada mente.” “Ah. O sea que nada de romanticismos.” “No creo. Pero claro podemos malinterpretar el hecho y poner cara de languidecer por la bella dama.” “Y qué pasará?” “Sacará su madre los fusiles.” “Siempre hay que saber poner a alguien en algún sitio, ya que no se ponen solos, claro.” “Yo diría.”
“Tengo más preguntas y más que se han acumulado durante el proceso de elucidación, pero ya se me han olvidado.” “Menos mal.” “Lo que Harro no entiende es por qué no te molesta que cada cual piense una cosa distinta.” Bajó la voz. “Ya sabes, germanos. Cuantos más hay que dicen lo mismo, más razón se tiene.” Me reí. “Sí. Es un argumento en ciertas ocasiones. Y aun no lo es. Fíjate que el ejército funciona por voces. Uno dice una cosa y se respeta, el otro dice otra, y se respeta también, y es el conjunto de las voces lo que hace el argumento. Lo que esconde un fallo. Porque tú dices con honestidad y hay por ahí una víbora asesina y te saca las tripas y luego utiliza la información para atacarte por la espalda. Hay voces que simplemente no se pueden escuchar porque no son voces. Pero si todos dicen lo mismo. Acaso no esconderán todos lo que son dentro del asentimiento ficticio, lo que volverá imposible el entenderse?” “Por eso el ejército está bajo las órdenes del Gotha.” “Sí, y por eso es bueno. Pero se ha metido la serpiente y vamos a ver si Harro consigue sacarla. Aunque va por buen camino. Lo hará. En lo que concierne otras situaciones, es lo mismo. La realidad es un puro rebote de basket ball. Uno dice, pues a mi no me parece, el otro, que es así, el otro no se entera de nada, otro entiende la cosa del revés, y es dentro de ese moverse de las cosas que se hace posible el vivir. Porque imagínate tú ahí que sí, que sí, como un borrego, y la pistola lista para el suicidio, claro. Lo bueno cuando todo el mundo dice lo mismo, sabes, dentro de las teorías científicas y esos rollos, es que en el fondo nadie se entera de nada y cada cual interpreta lo que más le conviene. O sea que le buscas la esencia a la interpretación y le sacas el ego. Seguro que la tuya es más inteligente que la de los demás… y toma serpiente dentro del bloque. Claro, al siguiente le dices lo mismo. Es evidente que lo que más hiere a la teoría en bloque es la vanidad humana porque en el bloque somos todos iguales y en el fondo lo que querremos siempre es ser aunque sea, un poco diferentes.” “Lógico. Sino nuestra hipótesis amorosa se convierte en la de un rebaño. Así, al tuntún. Bueno, pues nada, no me apunto al comunismo. Pero eso del capitalismo … Qué hay que hacer?” “Pues mira, francamente, no sé. Yo creo que es decir que sí a todo lo que te dicen clamando a voz alta que todos somos libres para expresar nuestra propia opinión.” “Entonces es mejor el comunismo, porque al menos es sincero.” “El comunismo en Rusia es un sistema militar que se agarra al instinto porque estamos perdiendo ya hasta la brújula. Tienes razón. No es hipócrita, por lo menos. Tienen gracia, todos ahi rumiando juntos a ver si se hace el queso solo.” “Y no se hará.” “Bien me temo que haga falta un poco de iniciativa propia para hacerlo.” “Y dónde me apunto?” “Pues en el capitalismo, lógicamente. Y gritas y gritas, somo libres, somos libres, con cara muy interrogante, eso sí, diciendo que sí a todo lo que te digan. Dices sí, sí, y luego somos libres, claro, somos libres. Y nada, tú a lo tuyo. Está muy perseguido eso del comunismo en nuestros países porque con justicia se asocia a la iglesia católica, donde todos dicen siempre lo mismo sin moverse ni un ápice del poema aprendido de memoria. Es cuestión de interpretación, también. Si te ajustas al sistema, el sistema no te persigue, si no te persigue no te molesta y en el fondo, tú a tu bola.” “Y tú?” “Yo soy nómada irreverente y no me meto en política.” “Pero eres general.” “No. En realidad no soy general. Tengo rango de general. Como una decoración sobre la camisa. Yo no participo a las reuniones esas tan tensas de Harro Kohn.” “O sea que no es un cargo oficial.” “No. Es como si tienes el bachillerato. Es que sino no salgo de aqui, corassón de mi alma. Los generales no salen del país sin mucho aviso, toque de queda y restricción de movimiento. Por eso me he apuntado al SEDA. Hay que divertirse un poco en esta vida. O sea que me subalterno durante unos años en participación personal para el bienestar de las gentes y así no hay pito de árbitro en ningún sitio. Uuf. Es que ha sido de un complicado eso de ajustarme a una realidad exterior teniendo en cuenta tanto lío preliminar. Como no me enteraba de nada, y luego, claro, hay que asumir las consecuencias. Pero nada, ya está hecho, me parece.” “Eres un oficial de reserva.” “Sí, y muy reservado, además.” “Y eso para qué sirve?” “Pues para apuntar en la buena dirección en su momento.” “Es decir?” “Señora Bundesrepublik, se acabó el cuentien y todo el mundo a casa.” “Porque los generales no le hacen caso a nadie que no sea de su rango.” “Exacto.” “Ah. Ahora lo entiendo. Es un as en la manga. Y les da igual que no sepas la diferencia entre un fusil y un rifle?” “El uno tiene dos cañones y el otro, uno. No te digo. Palurdos pero hasta cierto punto. Pues eso parece que han estado discutiendo y parece que les da lo mismo, al final. Porque mi rol es distinto, dicen. Y como está medianamente definido, pues ala, ahí me quedo. Para fusiles estoy yo. Nunca es conveniente que alguien que se integra en la sociedad civil sepa demasiado de las tripas del funcionamiento de un ejército. Esa es mi opinión.” “Y si venden armas ilegales?” “Lo harán, esté o no. Es asunto de ellos. Para eso están los otros. Ellos desenredan sus asuntos entre ellos y no es bueno meter el hocico en esos asuntos, porque no les gusta.” “Y si los olvidas con tanto estudio sorbónico y demás?” “Tendré más razones para recordarlos.” “Crees?” “Estoy segura.” “Claro, es que llegas ahí con tu manto y salen todos corriendo por lo de los favores y se acabaron los rangos.” “Eso pienso.” “Bueno, pues como te has portado bien, y has resuelto seis o siete guerras en el espacio de varios meses, tienes el derecho a una división.” “Entera?” “Sí.” Y qué hago yo con tanta gente?” “Pues, tú sabrás. A ver, infantería, marina o aviación.” “Infantería.” “Con tanques blindados, metralletas, fusiles u otros artilugios.” “Hm. No, unos así simplecillos, con algún fusil colgado de las espaldas.” “Y?” “Así cualquier cosa que se me ocurra? Pero tendrá que revisar Harro, porque alegaré que soy un poco joven para una división entera.” “Bueno.” “Se llama la goldblaue (azul dorada).” “Sí. Ya está bien para empezar. A ver entrenamiento, misiones, actividades propias, permisos.” “Hm. Pues tienen fusiles, o sea que tienen que aprender a disparar. Para disparar tienes que concentrarte mentalmente y tener un cierto tipo de entrenamiento físico. No así mucho músculo, sino más nervios. O sea que tienen que correr, hacer gimnasia, no levantar muchas pesas, no nadar demasiado, hacer un poco de boxeo ligero, por lo de la repercusión de la culata, ya sabes, y quizá algún arte marcial.Tienen que aprender a tener hambre, a tener sed, a no dormir, a no tener miedo sin ayudas químicas, y a no perderse en un bosque lleno de zarzas. Hay dos tipos de misiones: la organización de una batalla en grupo, y una misión aislada. La primera requiere de táctica y la segunda de intuición e inteligencia. O sea que deben jugar esos juegos con los monos que suben y bajan y otros para concentrar la inteligencia. Como el pinball. La mentalidad esencial que ordena el conjunto se llama “Guillermo Tell”. Solo disparas si tienes la impresión de que alguien le ha puesto una manzana a tu hijo encima de la cabeza. O con esa imagen en la mente. O sea que nada de odios, vejaciones, ridiculizaciones, castigos arbitrarios. Nada de privilegios, excusas o tratos especiales. Nada de equipos demasiado sofisticados. Así, unos sencillos, con sus botas viejas y las camisas de la abuela. Por decir. Y se los deja sueltos al principio, a ver quién va con quién mientras una suboficial apunta. Son mejores las suboficiales, porque esos jóvenes salen de la revuelta paternal y si les da órdenes un hombre, empieza la guerra. O sea que una suboficial que no da órdenes, solo apunta, y los pone a todos en su sitio. Un poco como los boy scouts y esas cosas: que aprendan a abrir latas, a cocinar patatas, a jugar a las cartas, todas esas cosas tontas. Y luego se hacen grupos. Según el carácter de cada cual. Unos más agresivos, para adelante, otros de retaguardia, otros de apoyo, etc. Y luego, los solitarios. La idea es formar un cuerpo que responda a la situación de modo inmediato, no así con un programa, y se levantan todos y salen corriendo y es el final total, como en Gallipoli. Ahí se sacan a los sargentos, que empiezan a dar órdenes. Y la idea fundamental es la siguiente: pones un objetivo. Una sandía en una cabaña. Tienen que matar la sandía en 3 minutos. O sea que salen todos corriendo, y si el grupo está bien ordenado, tienen que llegar a matar la sandía en esos tres minutos. Etc. Luego tienen que defenderse. O sea que buscan cual es la mejor protección: el agua, un árbol, una roca, si los atrapa un petardo, castigados tres días. Luego, las dos cosas juntas. En un campo lleno de petardos, quién llega a la sandía? O las sandías, que luego hay muchas, según van avanzando. Y los ejercicios de tiro clásicos, claro. Y la diferencia de una pistola y la otra y cual bala y como se mantiene y todo eso. Y los domingos, una chuleta. Y un puding. Y ejercicios obligatorios 6 horas y el resto alternativo, apuntándose en diversas secciones, según el interés de cada cual. Y dentro de eso, tres días sin dormir, cuatro comiendo sopas de sobre, uno sin agua, y disparos que te despiertan a las cuatro de la mañana, a ver quién responde antes. Y luego, todo lo de las alertas, integración dentro de otros cuerpos o acción conjunta, etc. Ya?” “O sea un relax.” “Eso parece. Pero no lo es. Es un poco cansado, pero divertido si te gustan esas cosas. No habrá guerra por lo que lo mejor es tener una formación que luego te ayude cuando reintegras la sociedad civil: lo que te gusta con paciencia, concentración y aguante. Unos Brotkrümel, vamos (migas de pan).” “O sea que nada de telecomunicaciones y sensores y esas cosas, si se te pierde alguno.” “Bueno, al principio sí. No sea que dejes a uno en medio de los Alpes y se te pierda. Algo que haga beep beep, por si acaso se pierde. Pero la idea es que lo electrónico en el fondo te desconcentra y que tienes que aprender a basarte en tu propio instinto. Cuanto menos apoyo tienes, más buscas dentro de ti lo que te ayude a salvar el escollo. Ah. Y lecciones de primeros auxilios y de supervivencia si te quedas sin qué comer. Y nada qué esconder. Si un soldado cae preso es mejor que no sepa nada, o cuanto menos mejor. Los secretos vienen más tarde, según subes de rango.” “Y los problemas afectivos?” “Que escriban cartas a sus novias. Ya tendrán sus permisos. Y a sufrir que cuando hay guerra no puedes volver al día siguiente. O sea que mejor películas de aventuras que rollos románticos. Policiacas, mitológicas, de guerra, esas cosas.” “Y estrategia general?” “La cuestión está ahí. Qué buscas con un cuerpo de artilleros? Mantener una posición, conseguir otra? La movilidad coordenada es la mejor estrategia. Si vienen, tienes que abarcar un campo de acción a través de la combinación de posiciones fijas y móbiles, que siempre distraen. Bueno, ahí les das un par de granadas, también, para hacer agujeros en los rangos enemigos. Pero la cuestión es encontrar el punto, la sandía, sabes, que hace que el enemigo se sienta muy atacado y se bata en retirada. Lo mismo cuando cercas una posición. No es tanto el eliminar hombres o gentes sino de plantarte en el ayuntamiento. Ala, ya es todo nuestro. Qué hace que subjetivamente el enemigo se rinda a la evidencia de una derrota? Depende de la gente, del lugar, de la posición. El entrenamiento debe tener siempre en mente que la detección intuitiva del punto débil es lo que garantiza la victoria.” “Pues ya está. Harro dice que formalizará la propuesta.” “Y no hace falta nada más?” “Si les ponen duchas.” “Por las suboficiales, por lo menos.” “Sí, claro.” “Y pueden hacerse un mini programa también, y unos objetivos. Y hasta se pueden dar asi premios de postres y demás si alguien consigue matar dos sandías de una sola vez. Esas cosas. Un poco jugando hasta que suena el pito de la guerra avecinándose y entonces, seriedad.” “Pues ya está. Hasta división tienes, con nombre, apodo, y emblema. Ves. Eso sí que ya es el top de los tops.”
Nunca conocería personalmente a Harro Kohn. De hecho se estimó altamente peligroso debido a mi extrema capacidad para analizar percepciones intuitivas y teniendo en cuenta mis incursiones en Francia y Grecia. Una sola vez hablaría con él personalmente en 2007, cuando mi padre fue a visitarlo a su casa en Valencia, donde estaba plantando árboles – no se sabe si eran cerezos -, y necesitaban ayuda para instalar el Skype. Fue en ese momento que le envié un enigma que nunca resolvió, aunque le enviase la solución un par de semanas más tarde. Me dijo que había pertenecido al Estado Mayor. Yo le dije a mi padre que le dijese que preparase un golpe militar. Y que se defienda. Me mandó una foto de cuando era niño e iba al colegio con mi padre. Si mi hermana hace las cosas bien, debería haberle mandado la mitad del reporte, censurado en parte para no revelar en exceso ciertas animosidades contra las entidades políticas surgidas por el camino. También dijo que había pasado su vida entre los boy scouts y que nunca se había divertido tanto. El tenía que revisar su programa entonces. De algún modo había que enlazar todos los puntos de modo coherente.
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